La ciudad los contempla desnudos.
Abrigados, ella y él,
por los abrazos que escupen los tentáculos de un pulpo.
No hay nadie más.
Sus miradas borran cualquier rastro,
que no sea el de sus propias sombras.
La pasión guía sus pasos vestida de púrpura.
Las palabras de ella se transforman en versos,
en susurros le responde él; de susurros se vuelve el anochecer.
El caminar se les hace cuesta abajo, a la conquista de sus propios deseos.
El pudor se quedó durmiendo la siesta, mientras la noche
los empuja a que dejen las riendas sueltas.
Las sabanas estallan en caricias, alargando el deseo.
Suenan canciones que sólo entienden de gemidos: Je t´aime, moi non plus.
Pactan sus almas a través de la risa, que los espera al alba,
tras la corriente ardiente de un torrente de fluidos que los desemboca en el clímax.
Carmen María Sabio
24/10/2012
Escrito a vuela pluma sobre la imagen.
¡Genial, carmen, con todo tu sensibilidad a flor de piel!!!
ResponderEliminarMuy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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